27 Enero 2020, 21:00 - por Cata Olmedo
A partir de la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 y la Convención sobre Sustancias Psicotrópicas de 1971 de las Naciones Unidas, el cannabis ha sido incluido en la lista de sustancias prohibidas ya sea para uso médico, científico o recreacional. Pero gracias a los avances en las investigaciones sobre el tema, en el año 2019 la Organización Mundial de Salud (OMS) emitió una misiva para el secretario de las Naciones Unidas en la cual recomendaba quitar al cannabis de la lista de “drogas peligrosas y sin valor médico alguno” y asumir un nuevo tratamiento al respecto.
Uno de los puntos sugeridos por la OMS señala que el cannabis debe fiscalizarse a un nivel que prevenga los daños causados por su consumo y que no actúe como barrera para el acceso y la investigación para su uso médico. Al mismo tiempo, avala el potencial terapéutico de los productos derivados de cannabis para diferentes afecciones médicas. En cuanto al CBD, la OMS recomienda que los preparados que contengan menos de un 0,2% de THC (la sustancia psicoactiva del cannabis) deberían dejar de ser fiscalizados y eliminarse de cualquier convención sobre narcóticos. Además señala que el CBD no tiene efectos adversos significativos ni genera dependencia.
La declaración de la OMS es de suma importancia para la comunidad internacional ya que parte de una organización que está integrada por profesionales de la salud con formación de calidad. Los gobiernos e instituciones de los diferentes países se verán influenciadas por esta recomendación y la tendrán en cuenta a la hora de legislar “puertas para adentro”.
Cada vez es mayor el apoyo que se genera en torno al uso del cannabis medicinal y son más las personas que deciden recurrir a este tratamiento. Pero es importante considerar ciertos aspectos a la hora de elegirlo.
Como indica la Dra. Celeste Romero, psiquiatra e investigadora del Centro de Estudios de la Cultura Cannábica, al respecto del uso de cannabis en pacientes con determinadas enfermedades:
“Por supuesto que no cualquier cannabis y no así nomás; es importante que las personas cuenten con acompañamiento médico para llevar a cabo sus tratamientos. Pero en estos años que llevo investigando y trabajando en el tema he visto todo tipo de casos con excelente evolución”.
Al ser una temática en pleno desarrollo, es difícil que quienes deciden recurrir a un tratamiento cannábico encuentren espacios de guía y ayuda al respecto. La ilegalidad y los tabúes que existen al respecto dificultan que su uso se haga de manera consciente e informada. Muchas personas se ven obligadas a recurrir al mercado negro, adquiriendo productos cuya composición y procedencia desconocen. Además, muchas veces la posología es a criterio del paciente, guiado por información que puedan recibir de internet o de asociaciones cannábicas, pero desprovista de ayuda profesional y médica. Con esto no se le quita mérito a aquellas personas que deciden contribuir a la causa y ayudar a quienes lo necesitan, pero sería óptimo que expertos en el tema sean los encargados de educar en base a evidencia empírica.
Es indispensable que, a medida que se legaliza el uso médico del cannabis en los diferentes países, se generen leyes que estipulen la formación de profesionales de la salud en la materia y que haya información de calidad avalada científicamente al alcance de la sociedad toda. Es el Estado el que debe generar políticas de formación, información y prevención sobre los usos medicinales del cannabis, al igual que lo hace con otras sustancias.
Aquí algunas recomendaciones a tener en cuenta:
La dosificación es individual y personal, y va a depender de la concentración del producto. Debe ser un médico el encargado de evaluar al paciente y tener en cuenta sus características fisiológicas e historia clínica para poder determinar el tratamiento a seguir.
Cada paciente debe ser informado acerca del contenido de su medicamento cannábico: el porcentaje de THC y CBD que posee, la estabilidad del producto, la humedad, si posee pesticidas, metales pesados u otras sustancias, si es orgánico, su procedencia, las características de los terpenos, entre otros datos de relevancia. La información es elemental para que el paciente se sienta seguro y consciente del tratamiento que está llevando a cabo.
Los productos realizados a base de cannabis con fines terapéuticos deben ser elaborados en laboratorios certificados y avalados por el Estado de cada país, quien además debería encargarse de realizar controles de calidad y establecer criterios de producción y estándares de excelencia. Además, los gobernantes deberían prever la incorporación de estos medicamentos a las diferentes coberturas médicas, ya sean privadas o dependientes del Estado. Debido al escaso desarrollo de la industria cannábica hasta el momento, los costos para poder acceder a los productos son elevados y no todas las personas podrán hacerlo. Por esto es fundamental que en esta etapa de desarrollo de la medicina cannábica, el Estado se encargue de desarrollar políticas que amparen a los pacientes que requieren de estos tratamientos.
Los posibles efectos terapéuticos y adversos asociados con el uso de los productos derivados del cannabis pueden variar según cada paciente, por lo que no se recomienda basarse en información general ni en tratamientos destinados a otras personas. Cada diagnóstico es diferente por lo que recurrir a un médico especializado es fundamental.
No recurrir en busca de información a profesionales de la salud que no estén formados en la materia. Muchos médicos continúan sosteniendo criterios antiguos y en desuso sobre el cannabis, por lo que no ayudarían al paciente y podrían estigmatizar, generarle dudas y temor al respecto.