Cannabis en la cocina: curarnos a través de la comida

10 Enero 2021, 13:01 - por Cata Olmedo

En este artículo quiero contarles cómo pueden introducir el cannabis en sus platos, ya sea sus hojas, flores o las semillas. La medicina Ayurveda señala que la principal medicina está en nuestra cocina, por lo que resulta interesante añadir el cannabis en nuestra alacena y hacerlo parte de nuestras preparaciones. La buena nutrición lleva a la sanación. Vamos a descubrir lo que el cannabis tiene para ofrecernos.

La alimentación es el principal factor que tenemos que tener en cuenta a la hora de preguntarnos qué hacer por nuestra salud. Muchas veces creemos que consumiendo ciertos medicamentos o los tan publicitados “polvos mágicos” vamos a lograr un óptimo estado físico y mental, sin pensar antes qué es lo que consumimos a diario cuando nos sentamos a la mesa. Como señala el dicho “somos lo que comemos”, es fundamental prestar atención a nuestra alimentación, porque esta será nuestra mejor medicina. No sirve de nada realizar dietas exigentes o entrenamientos físicos rigurosos si no atendemos los valores nutricionales de lo que estamos ingiriendo.

Qué sabemos

Existe numerosa evidencia para afirmar que el cannabis como alimento lleva siendo utilizado ya mucho tiempo. Una prueba de esto es que, con el descubrimiento de la agricultura, fue una de las primeras plantas en ser cultivadas. Con la modernidad y las prohibiciones con respecto a su uso, los estudios científicos de avanzada no han tenido la oportunidad de ser aplicados a esta planta, por lo que la información que se conoce es muy reciente y se encuentra en constante desarrollo y descubrimiento.

Lo primero a tener en cuenta es que tanto los tallos, como las raíces, las semillas, las hojas y las flores de cannabis contienen nutrientes, pero lo que principalmente se consume como alimento son las semillas. Esto se debe a que las mismas son consideradas superalimentos: alimentos que contienen altas concentraciones de nutrientes imprescindibles para la vida humana. Poseen los 9 aminoácidos esenciales (aquellos que el cuerpo no puede generar por sí mismo por lo que debe obtenerlo de los alimentos), ácidos grasos Omega 3 y 6 en proporción 1:3 (único recurso vegetal que contiene esta proporción, que es la recomendada para los seres humanos), proteínas, minerales y enzimas.

Un 30% está compuesta por grasas (ácidos grasos esenciales como el ácido linoleico omega 6, alfa linoleico omega 3, ácido gamma linoleico, entre otros). Estos ácidos grasos han demostrado su efecto beneficioso en el tratamiento de enfermedades inflamatorias, y su efecto reductor del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y diversos tipos de cáncer. El aceite de semillas es rico asimismo en tocoferoles, unos compuestos que pueden reducir el riesgo de padecer dolencias cardiovasculares o cáncer, con propiedades antioxidantes. Las grasas presentes en las semillas son principalmente insaturadas y contiene muy pocas grasas saturadas, que son perjudiciales para la salud por su relación con los niveles de colesterol.

Con las semillas se puede realizar aceite de cáñamo, lo importante es que sea de primera presión, tenga el menor proceso de refinamiento y se obtenga a la menor temperatura posible, así mantiene todas sus propiedades beneficiosas. Es particularmente sensible a las alteraciones de luz y aire, por lo que se recomienda que sea envasado en recipientes oscuros y se conserve en la heladera.

Las proteínas son otros de los compuestos principales de la semilla de cáñamo (alrededor del 25% de proteína vegetal de alta digestibilidad). Las dos terceras partes de las proteínas de las semillas es edestina, con una composición idéntica a la sangre humana pero de origen vegetal. El contenido alto de edestina en combinación con la albúmina, otro tipo de proteína globular que poseen las semillas, hace que estas contengan todos los aminoácidos esenciales en proporciones perfectas para asegurar que el cuerpo humano tenga los elementos básicos necesarios para crear proteínas como, por ejemplo, las inmunoglobulinas, que son anticuerpos encargados de proteger al cuerpo de todo tipo de infecciones. Además, es especialmente rica en metionina, cisteína y arginina, lo que hace que sea ideal para una dieta enfocada a aumentar la masa muscular. Es una muy buena alternativa para los veganos, que no consumen proteína animal, pero también para aquellas personas que no siguen este estilo de vida, ya que las propiedades que posee la semilla de cáñamo no se encuentran en ningún alimento de origen animal. También para aquellos que son intolerantes a la lactosa o tienen alergias al huevo, que no pueden consumir proteínas de fuentes ovolácteas. Otra manera de consumir la proteína de las semillas es utilizando lo que queda de las mismas luego de extraer su aceite. Se puede moler y obtener harina de cáñamo, que posee un 34% de proteína (frente al 11% que posee un huevo, por ejemplo).

Son también muy ricas en fibras alimentarias. La fibra mantiene controladas las bacterias intestinales indeseables, favorece los microorganismos beneficiosos, y reduce la cantidad de grasa que se absorbe durante la digestión. Gracias a su gran capacidad de retención de agua, ayuda a mejorar el tránsito intestinal y al estreñimiento. Es importante recordar que cuanto menos tiempo permanezcan los alimentos en digestión en los intestinos, menos restos potencialmente tóxicos albergamos.

Con respecto a las vitaminas y minerales, contiene vitaminas A, B1, B2, B6, C y E, magnesio (mineral esencial por estar implicado en reacciones enzimáticas y su deficiencia se asocia a numerosas alteraciones de la salud como dolencias, osteoporosis, alteraciones cardíacas, o resistencia a la insulina), fósforo, potasio, azufre, manganeso (que ayuda a metabolizar los ácidos grasos esenciales), zinc, calcio y hierro. Las semillas de cáñamo son un buen sustituto no alergénico de los frutos secos ya que, al igual que estos, contienen magnesio y ácidos grasos.

Si queremos un sistema inmunológico fuerte, podemos comenzar a pensar en incorporar estas semillas a nuestra dieta. Lamentablemente, adquirirlas en algunos países todavía es dificultoso debido a las restricciones que existen sobre la planta en general. Esto sigue llamando la atención, ya que sus propiedades nutricionales son muy valiosas y “los niveles de THC apenas existen, por lo tanto, las semillas de cannabis no “colocan” y son un alimento sano” (Herer, 1999:38).

Si estás pensando en sumarlas a tus platos, hay numerosas formas de hacerlo. Podés germinarlas de manera previa para aumentar sus aportes nutricionales; triturarlas y añadirlas a ensaladas o cualquier preparación que estés cocinando o incluso jugos y batidos; también sirven para elaborar leches o quesos vegetales.

¿Qué pasa con el consumo de cannabis crudo como alimento?

Sí, las flores y las hojas también pueden utilizarse en la cocina y aportarnos beneficios a nuestra salud. La planta fresca es rica en magnesio, fibra, antioxidantes, calcio, fósforo y vitaminas A, B12, C, D, E. Se puede consumir fresco y evitar los procesos de cocción que quemen ciertos nutrientes, y además así, el THC se mantiene en su forma no psicoactiva.

Las flores del cannabis fresco están repletas de cannabinoides y terpenos, pero los encontramos en su forma ácida (THCA, CBDA, CBGA). Si queremos obtener las formas activas, es decir, THC, CBD Y CBG, y así adquirir los beneficios de sus propiedades, es importante pasar por un proceso denominado descarboxilación, que implica calentar estas sustancias y así eliminar el grupo carboxilo (COOH) que la compone. Cuando calentás las flores, el ácido de sus sustancias presentes libera una molécula de dióxido de carbono (descarboxilación) activándose sus fitocannabinoides (el THC se activa a 110° y el CBD a 130°). Si buscas preparar mezclas de especias secas o infusiones, es necesario pasar por este proceso.

Es importante señalar que el cannabis no es hidrosoluble, es decir, no se puede disolver en agua. Si queremos utilizarlo en la cocina para preparar alimentos calientes, el proceso de descarboxilación se produce gracias a la incorporación del calor a la preparación, pero es fundamental integrarlo a una sustancia grasa (así los cannabinoides se adhieren de manera efectiva a otras moléculas): grasas vegetales (aceite de coco o de oliva por ejemplo), grasa animal (manteca, crema de leche, leche) o también alcohol alimentario (para crear una tintura). Por ejemplo, podés elaborar aceite de cannabis para tus comidas utilizando como ingredientes para el preparado: flores de esta planta más aceite de oliva extra virgen. Es fundamental tener en cuenta las dosis y la calidad del cannabis que utilicemos. Si la vamos a incorporar a nuestra alimentación, debemos conocer de dónde proviene y asegurarnos que estamos consumiendo un producto seguro y limpio (si es orgánica mejor, ya que evita su contaminación con productos pesticidas nocivos para la salud).

Ahora que conoces los innumerables aportes beneficiosos que esta planta tiene para ofrecernos, ¿te animas a probar alguna receta? No te olvides de establecer primero cuál es la finalidad del uso que querés darle, para determinar las proporciones necesarias.

Podés consultar con un/a nutricionista que esté informado del tema o con profesionales de la fitomedicina (la medicina de las plantas) que sabrán guiarte y brindarte mayores herramientas para la incorporación de esta maravillosa planta.


Compartir

Actualidad Relacionada