06 Enero 2020, 21:00 - por Cata Olmedo
El cannabis es una sustancia que ha estado ligada en los últimos dos siglos a cuestiones políticas y envuelta en numerosas controversias. Desde que comenzó a ser considerada una droga, muchos países se encargaron de su reglamentación a nivel legal.
Pero en la actualidad las cosas están cambiando. La ilegalidad del cannabis ha comenzado a ser tema de debate público y cada vez son más las personas y organizaciones que se manifiestan en contra de su prohibición. Esto condujo a que muchos países consideren cambiar su status, aunque el camino de la ilegalidad a la legalización no es tan directo ni rápido. Numerosos Estados han optado por legalizar el uso para determinados fines, ya sean médicos o científicos, otros han elegido despenalizar el consumo personal, pero solo dos países han implementado un sistema integral de regulación de cannabis que incluye su legalización ya sea tanto para uso recreativo como medicinal (Uruguay y Canadá).
Uno de los pilares de la causa del cannabis legal es despojar a esta sustancia de la criminalidad que le ha sido investida a lo largo de los años. En muchos países alrededor del mundo se ha logrado el primer paso para lograrlo: la despenalización. Esto significa que el consumidor de cannabis no será penalizado siempre y cuando lo haga en un ámbito privado y que su uso no implique la venta, tenencia de grandes cantidades ni su producción.
Otro avance que ha tenido la causa es lograr que el cannabis comience a ser estudiado científicamente en mayor profundidad, para conocer sus beneficios y propiedades. De esta forma, se está descubriendo y comprobando que puede ser utilizado para tratar diversas afecciones médicas. Es así como algunos países han optado por legalizarlo para fines terapéuticos, en el tratamiento de determinadas enfermedades. Además, se han observado los efectos en pacientes que han comenzado a utilizarlo y han obtenido resultados positivos. Como afirma Luis Alfonzo, asesor regional sobre Uso de Sustancias Psicoactivas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS): “las decisiones políticas deben estar fundamentadas en evidencia científica consistente, en aras de identificar cuáles derivados canábicos son útiles, en qué dosis y modos de administración, y para cuáles problemas específicamente”. Es importante que los países den lugar a la investigación científica del cannabis para que la reglamentación de su uso esté basada en hechos concretos y no en intereses económicos y políticos.
El último eslabón en el camino que debe transitar esta sustancia para lograr la completa legalidad es que su uso y cultivo sean permitidos para fines recreativos o personales. Esto podría incluir el cese de la persecución a los consumidores, el permiso para autocultivar, la venta y la distribución legal. Una ley que prevea la permisión del consumo personal y medicinal pero que no regularice la producción resultaría incompleta e inútil, y continuaría alimentando el mercado ilegal y las mafias que se enriquecen a costa de los usuarios. Si se autoriza el consumo pero se penaliza el cultivo, no hay manera de obtener el cannabis si no es en el mercado negro. El Grupo de Estudios de Políticas sobre el Cannabis (GEPCA), organización defensora de la legalización, sostiene que “corresponde a los científicos considerar todos los aspectos y dimensiones del consumo de marihuana, para asegurar un uso adecuado y supervisado. Solo así, se logrará que los traficantes dejen de serlo y que los paraísos fiscales dejen de colmarse con los desorbitados fondos que proceden de una de las actividades que más dolor, abatimiento y desolación humana proporcionan”.
Aunque el camino no sea lineal y existan diversas opiniones al respecto, es importante destacar los avances que se están logrando y cuán fundamental resulta que los ciudadanos interesados se involucren en esta causa, reclamándole a los diversos gobiernos que actúen en base a evidencia científica comprobable y no a intereses sectorizados y empresariales. También es crucial que las leyes y sus posteriores reglamentaciones acerca del cannabis medicinal y recreativo sean consistentes e integrales, abarcando todos los aspectos que impliquen el uso, consumo, cultivo, transporte, comercialización y producción. No sirve que se generen leyes parciales, ya que continúan generando impedimentos e incrementando las prácticas ilegales en torno a esta temática. Es el Estado quien debe hacerse cargo y considerar el reclamo y los pedidos de los usuarios cannábicos que, alrededor del mundo, son millones. La necesidad de revisar el enfoque ya es tenida en cuenta por muchos países, la cuestión del debate es cómo llevarla a cabo.